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La Trama de la Manta Yoni

Hace algunos años, Elena Sofía Zambrano, hermosa Mujer Medicina me invitó a formar parte de un proyecto alucinante: La Manta Yoni. Inspirada en una experiencia que algunas mujeres habían realizado en Inglaterra, Elena decidió emprender esta aventura en nuestras tierras, la que con el tiempo se transformaría en un viaje asombroso junto a maravillosas mujeres que decidieron subirse a esta barca rumbo a las profundidades de nuestro cuerpo, de nuestra divinidad, de nuestra sexualidad y nuestra sacralidad. El proyecto era sencillo: una invitación a crear una manta a partir de retazos que cada mujer realizaría representando su Yoni a través de distintas técnicas creativas.

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Nos volvimos agua, nos volvimos cántaros, nos volvimos silencio, nos volvimos fuego. Artesanas de algo inexplicable, fuimos testigos de cómo la Manta iba cobrando forma, de cómo cada yoni tenía su perfecto lugar, de cómo cada yoni expresaba una parte de nuestra gran historia de mujeres, y así fuimos descubriendo que había yonis fuertes y delicados, heridos y exhuberantes, yonis de todos los tamaños y colores, yonis de doncellas y de madres, de hechiceras y de viejas sabias… todos iban a reunirse ahí, en el corazón de la manta que poco a poco se volvió “Una”.
 

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La palabra Yoni, que en sánscrito designa a nuestra vagina y a nuestra vulva, nos proponía explorar y fundar una nueva relación con nuestra corporalidad y con esta parte de nuestro cuerpo tan íntima y tan invisibilizada, violada y mutilada en la era patriarcal que poco a poco estamos dejando atrás. Volver a nombrar era simbólicamente volver a dar un espacio, un lugar, una realidad manifiesta y sagrada a nuestra vagina y nuestra vulva. La palabra Yoni así entendida, trae en su historia la vibración que la ligaba al aspecto femenino de la divinidad, es decir a la Diosa, también llamada Shakti o Devi.

 

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“La Manta Yoni” comenzó a urdirse desde la intimidad femenina, a fluir como las aguas, a tomar su propio curso, inesperado y fresco, vivo y ardiente, y poco a poco fuimos comprendiendo con gozosa complicidad, que La Manta Yoni estaba viva y que, como una Madre que da a luz a un niño y le cuida sabiendo que esta criatura tiene alma y vida propia, nosotras también estaríamos dispuestas a que la manta se hiciera tan grande como quisiera, adoptando infinitas madres en su camino. Así, cada mujer que desde su útero y su corazón se sumó a esta aventura, aquellas que abandonaron, aquellas que perduraron, todas son preciosa metáfora de lo que alumbró esta Manta.

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Cuando todos los yonis estuvieron en nuestras manos, Elena y yo nos reunimos para “unir” cada retazo con su historia vibrando en cada yoni. La emoción que sentíamos pasó pronto a convertirse en un gran asombro… el lenguaje de nuestro cuerpo estaba vivo, y estos yonis, puertas sagradas del misterio, nos abrían un pasaje hacia la sanación y el re-encuentro.

Esa manta cobijaba nuestra feminidad, nuestra individualidad con toda su historia, con todos sus secretos y sus anhelos, esa manta abrigaba nuestros cuerpos y nuestras vidas, esa manta cobijaba a 112 mujeres y a través de ellas a todas las mujeres.

 

Por eso me ha parecido hermoso contar a través de estas palabras parte de este Viaje. “La TrAma de la Manta Yoni” alude a esa historia tejida con Amor. “Trama” es una palabra que en el campo de la literatura usamos mucho como sinónimo de la palabra “historia”. A su vez, en su origen, la palabra “Trama” designa el conjunto de los hilos que unidos forman una “tela”. Por su parte, la palabra “tela” no sólo se refiere a una pieza tejida de algodón u otro material, sino también a la tela que sirve de soporte para la obra artística.

Así, “La TrAma de la Manta Yoni” nos habla de una historia de profundo amor propio que sienta las bases para que cada una de nosotras y de nuestra hermandad pueda crear la vida que anhela, pueda encender su fuego creador y gozar de su estadía en esta Tierra, de su cuerpo, de su camino, para luego poder re-conocernos en la Unidad una vez que hemos sido capaces de mirarnos en el espejo de nuestra propia vida, descubriendo nuestra singularidad bella y sagrada unirse a la individualidad también hermosa y sacra de otras hermanas, y así juntas descubrir, que la Manta de la Diosa lleva grabada cada una de nuestras miradas. Heridas y alegrías conviven en esta Manta, como la noche y el día. Así, vislumbrando lo que hay a la otra orilla, integrando lo desintegrado, cobijando lo que estaba separado, La Manta Yoni nos envuelve y nos invita a continuar navegando nuestra marea femenina, descubriendo y co-creando la trama de nuestras vidas.

Por otra parte, conscientes y apasionadas de nuestra naturaleza femenina y creadora, de nuestros úteros y de nuestro ciclo, poner en marcha este proyecto y brindarnos la oportunidad de crear y co-crear esta manta fue un gesto a veces secretamente subversivo, otras veces abiertamente atrevido que creó una ola de entusiasmo plasmado en círculos de mujeres que emergieron en distintas partes del mundo para celebrar y explorar nuestra feminidad a través de la re-creación de nuestro Yoni.

Confiando en esta hija madura, sabemos que la manta nos pertenece a todas y a cada una. La manta es de este modo también la barca que nos lleva hacia lo profundo del Misterio. La Manta Yoni no sólo existe en estos retazos y en esta tela roja como la sangre que los contiene y los mece. La manta habita el infinito, tiene el rostro de la Diosa, y tú tienes un pasaje único y sagrado hacia su encuentro: tu inconmensurable Yoni.

 

Raquel Bórquez

Patagonia, Septiembre 2016.

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